martes, 14 de abril de 2009

Miedos y mitos en torno al virus del dengue


Temor a la muerte y al aislamiento, son algunos de los padecimientos de quienes están más expuestos a contraer la enfermedad; especialistas en salud mental evaluaron el impacto psicológico del avance del mal.


La fiebre, el cansancio y los dolores de huesos no son los únicos vestigios del mosquito que transmite el dengue. Entre todos los síntomas, hay uno silencioso, que no deja rastros en el cuerpo, pero se esparce tan rápido como el virus: el miedo. Temor a la muerte, al aislamiento, a las consecuencias en la familia y al contagio más allá de las picaduras. Hay síntomas que tienen raíces reales, otros están en relación a mitos, ideas erradas que permanecen en el inconsciente colectivo a fuerza de desinformación. Valeria Arnica, psicóloga del Departamento de Salud Mental del Hospital Julio C. Terrando, de Resistencia, Chaco, señala que el miedo se hace presente, sobre todo cuando algún familiar o conocido ya contrajo la enfermedad. Es allí cuando aparecen las principales fantasías en relación al dengue, como la posibilidad de permanecer aislado en cuarentena o el potencial contagio por la mera cercanía a algún enfermo, sin que el mosquito lo haya picado. Igualmente, el temor más angustiante es el de la muerte, propia o de algún familiar, un concepto que se mantiene, como explica Arnica, en la idea de que si el insecto actúa dos veces sí o sí deriva en la muerte. "En realidad, se tiene que dar una combinación de cepas, algo que es muy difícil de comunicar a la comunidad", explicó. Si bien la especialista revela que nadie se presentó espontáneamente en el sector de salud mental del hospital, se llevaron a cabo intervenciones multidisciplinarias junto a médicos y enfermeras en casos puntuales, para brindar contención al paciente y a la familia. "Fundamentalmente, se averigua cuáles son sus preocupaciones y de ahí se distingue cuáles son fantasías y cuáles datos de la realidad. Esto permite que el paciente haga una especie de catarsis y que se le brinde información verdadera. Es importante comunicar sin asustar. Que los datos sean claros y sin prejuicios", expresa. Javier Gramajo, psicólogo clínico del Hospital 4 de junio de la localidad chaqueña de Saénz Peña, cuenta que algunos reaccionaron con paranoia, en el sentido coloquial del término, mientras que otros, aún no han tomado conciencia. Y revela algunos casos de consulta donde, aunque no existen síntomas, sobrevuela el temor al contagio o a padecer la enfermedad en forma silenciosa. "La mayoría de la gente tiene algún familiar o conocido contagiado, lo que recrudece la situación de alarma social. El temor al contagio es constante. En algunos casos, la gente se presenta incluso sin tener síntomas", cuenta. Igualmente, señala que actualmente se toman mayores recaudos preventivos que hace meses atrás. Guillermo Musaine, director de Medicina Social del Ministerio de Salud Pública de la provincia de Salta muestra una mirada más positiva. "Viendo a vecinos y familiares enfermos, ante el menor síntoma van a los consultorios. Esto ayuda a la detección precoz y a un mejor tratamiento", opina. Y agrega que la gente tomó conciencia no sólo de la necesidad del uso de repelentes sino también de la importancia de tirar cacharros y reservorios de agua, donde el huevo puede anidar durante casi un año, incluso a bajísimas temperaturas. Lo mismo opina Arnica, desde Chaco. "Hay más conciencia de la prevención. Antes la gente utilizaba repelentes por comodidad, porque Chaco siempre fue una zona de muchos mosquitos, pero ahora lo hacen por el temor al contagio", asegura. Discriminación. Aunque generalmente se vincule al dengue con la pobreza, las posibilidades de contagio no distinguen clase social. Sin embargo, el salteño Musaine sostiene que es más fácil concientizar a la gente de estratos más bajos, que a la clase media y alta. "La gente asocia la enfermedad directamente a la pobreza y no entiende que el mosquito puede llegar a todos lados", declara. Arnica revela que en Chaco la mayoría de las consultas se da en los sectores más postergados, pero el tema está presente en el discurso general. "En otros estratos, si bien no hay tantas consultas, el tema está instalado en la conversación cotidiana. Es el tópico del momento. Está presente en el discurso", afirma. Sin embargo, la psicóloga teme que la enfermedad pueda ser utilizada como un factor de discriminación, no sólo de clases, sino también interprovincial.

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