miércoles, 25 de febrero de 2009

Los desmontes dividen a Tartagal tras la tragedia


Víctimas del alud, empresarios y representantes indígenas de la ciudad salteña explicaron a lanacion.com cuál creen que fue el origen del desastre que mató a dos personas y que dejó bajo el barro a toda una ciudad


TARTAGAL.- No son técnicos, no investigaron aguas arriba en el río Tartagal, tampoco son funcionarios. Pero viven hace quince días en una ciudad sitiada por el barro del alud. Algunos perdieron todo, su proyecto de vida, su pasado. Otros, lo tienen todo, pero son sospechados del desastre. En un improvisado patio ubicado a unos dos metros de lo que era la puerta de entrada de su casa, Jorge Pecho, un profesor de ciencias sociales que perdió a sus dos vecinas en un imparable remolino de barro, está sentado en uno de los sillones que el río le arruinó. Los muebles todavía tienen manchas de barro y él una dosis extrema de penicilina. "Para matar todos los bichos que me tragué del río", ironiza a lanacion.com. El ya vio cómo las mismas aguas se llevaron hace dos años las casas de sus otros vecinos. En ese momento él había iniciado "un estudio para analizar lo que los desmontes de las empresas petroleras están causando en los cerros, en las yungas de San Antonio donde trabajan todas estas empresas." Y argumenta: "Si usted hubiera visto la cantidad de madera seca que teníamos nosotros en nuestras veredas [tras la tragedia]. No era madera verde, no eran árboles que se habían caído con el agua. Era material ya muerto, era madera muerta." Del otro lado del fatídico puente, a escasos 50 metros de la costa, un cartel que dice SP ingeniería avanza sobre la calle. Detrás de una persiana baja, Sergio Paredi, un ingeniero propietario de una pequeña empresa dedicada a las radiocomunicaciones y telefonía, da indicaciones a tres empleados que manipulan una hidrolavadora. Son oficinas modernas, con luminarias brillantes, como recién instaladas. Pero los documentos comerciales están apilados en el centro de todos los ambientes, desordenados, irreconocibles por el mismo barro que aflora de la tomas eléctricas y que se hunde en las cañerías del baño en el fondo del local. "Se dice que la causante de esto son los desmontes indiscriminados, lo cual yo no comparto. Yo no soy un especialista en el tema, pero te puedo asegurar que desde la ruta 34, aguas arriba del río Tartagal no hay actividad de cultivo sojero. Creo que esto requiere una investigación muy profunda para poder saber cuáles han sido las causas reales de este alud". Hace quince días, a no menos de 30 cuadras de ese lugar en donde se inició la tragedia, en un barrio de tierras bajas las calles fueron súbitamente inundadas por las mismas aguas barrosas del río Tartagal intentando retomar su curso. Nicasio Carrizo, cacique de la comunidad Chorote que vive allí, camina por las calles en las que aún no se secó el barro de aquel día, bajo un concierto de ranas. "Hace mucho que nosotros venimos planteando a las autoridades para que vean a las empresas que están desmontando. Para nosotros es una preocupación porque afecta a las comunidades indígenas que tienen sus terrenos. Hasta que no veamos la realidad de que ya se respeta el monte no estaremos tranquilos", señala en medio de la casa comunal en donde se organizó toda la ayuda solidaria recibida tras el golpe del alud. En más de 10.000 hectáreas ubicadas en la zona rural de Tartagal, Cristina Lena, directora de la empresa agropecuaria Desde el Sur, cultiva distintas variedades de porotos destinados en su gran mayoría a la exportación. Tiene una planta procesadora localizada en General Mosconi, en lo que en algún momento fueron galpones de YPF, cuando pertenecía al Estado. "Yo no creo que esté bien demonizar el desmonte, tampoco creo que esté bien santificar a los productores agropecuarios. Nuestra obligación es producir cada vez más y mejor. Y para eso necesitamos asistencia oficial, recursos técnicos que nos enseñen, al Estado que nos controle porque nosotros hacemos estudios de impacto y nos comprometemos en el desarrollo de los proyectos a conservar áreas boscosas, a hacer curvas de nivel, a devolverle al suelo lo que le estamos quitando año tras año", sostiene. Por eso, argumenta: "La clave está en el ordenamiento territorial." Mientras avanzan las investigaciones de los técnicos convocados por las autoridades locales y provinciales, los tartagalenses buscan una razón oficial que explique en forma definitiva las causas del desastre y salir así, de la división que separa con miradas de sospecha cruzadas a los vecinos de la ciudad.

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