domingo, 1 de marzo de 2009

Claves para llegar más sanos a clases

El comienzo del ciclo lectivo ofrece una oportunidad para reorganizar la alimentación, los horarios y el tiempo libre de los chicos.


Comienzan las clases (o al menos eso es lo que indica el calendario escolar de 23 provincias), y la necesidad de cumplir con los controles de salud y de aptitud física que exigen las escuelas ofrece una excelente oportunidad para revisar muchos aspectos de la salud de los chicos, que vas más allá de sólo ponerse al día con las vacunas.

Control médico. "El control de salud al ingreso escolar debe formar parte del control de la salud del chico (que en edad escolar debería visitar al pediatra dos veces al año) y debe realizarse con responsabilidad, ya que en pediatría lo que se hace es prevención", afirma la doctora Graciela Damilano, a cargo de la Sección Pediatría de la Conducta y del Desarrollo del Cemic. "A veces nos llegan cuestionarios larguísimos que piden las escuelas, y que no tienen ningún valor", agrega.

Según la experta, el control en salud al ingreso escolar debería incluir una revisión de los hábitos alimentarios, de higiene y de descanso del chico; debería incluir también un examen físico completo, una evaluación de su desarrollo madurativo, de la audición, la visión y la salud bucal. "Por todo esto, se entiende que no debe ser un mero trámite", agrega Damilano.

El control de salud al ingreso escolar también debería incluir un control de las inmunizaciones. Pero ése es el punto que sigue...

Vacunas. Según el Calendario Vacunatorio Oficial argentino, los chicos que ingresan a la escuela primaria deben recibir tres vacunas: la triple bacteriana, que previene la difteria, la tos convulsa y el tétanos; la triple viral, que brinda protección contra el sarampión, la rubéola y la paperas, y la Sabin oral, que inmuniza contra la poliomielitis.

A los 11 años, el calendario indica la vacunación contra la hepatitis B y un refuerzo de la triple viral. "Los chicos que están en cuarto año de la secundaria, que cumplen 16 años, deben recibir el refuerzo de la doble adultos", completa el doctor Pablo Mohr, del Departamento de Pediatría del Hospital Italiano. Esa vacuna brinda protección contra la difteria y el tétanos.

Sueño. "Al comenzar las clases, los chicos vienen de las vacaciones, durante las cuales suelen acostarse tarde y dormir menos, por lo que es importante tratar de reorganizar los horarios de sueño, con la mayor anticipación posible", dice Mohr, que agrega que el tiempo de sueño para un chico en edad escolar debería no ser menor a 8 o 9 horas diarias.

"Durante la noche, mientras dormimos, el sistema nervioso central organiza todo lo que hicimos intelectualmente durante el día; si uno no duerme bien, se corta ese proceso -explica Damilano-. Un chico que está en período de aprendizaje, con una actividad intelectual muy importante, pero que no duerme lo suficiente, no podrá organizar toda esa actividad intelectual y tendrá un menor rendimiento escolar, además de estar de mal humor y excitado durante el día..."

Alimentación. "El día escolar debe comenzar con un desayuno que debe contener el 25% del total de calorías diarias -dice la doctora Mónica Katz, codirectora del Posgrado en Nutrición de la Fundación Favaloro-. Para lograrlo, nada resulta más que acostarse antes y levantarse un poco más temprano. El desayuno se asocia no solo a un mejor rendimiento escolar sino a delgadez."

¿Qué ofrecer a la hora del desayuno? "Tiene que tener un buen aporte de hidratos de carbono y leche", responde Mohr.

En la escuela, los chicos reciben por lo menos el 30% de la ingesta diaria, advierte Katz. "Por eso es tan importante el menú escolar. Los padres pueden mandar una vianda (los sándwiches con carnes magras, panes saludables y verduras son una buen alternativa rápida para salir del paso), pero en caso de que ésta no sea la mejor opción o la más saludable, lo que deben hacer es que en casa se complemente aquello deficitario en horario escolar. Para eso, los padres deben conocer el menú del colegio."

Un tema fundamental es el snack o el quiosco escolar, agrega Katz. "El snack debe en lo posible complementar la alimentación diaria. Por eso lo más saludable sería ofrecer minisándwiches de queso, frutas, trozos de queso envasados, leches envasadas con chocolate o sabores diversos, barritas de cereal o cajitas con cereales, pequeños paquetes de galletitas de 4 o 6 unidades, cajitas con pochocho o turrones. Otras buenas opciones son los biscochuelos o las vainillas. En algunos países existen chips de frutas y poseen buena aceptación."

Mochilas. Con sólo revisar la lista de útiles, libros de textos y demás elementos escolares que deberán caber en la mochila, uno teme por la salud de la espalda de los chicos.

Un dato importante: "La mochila no debería pesar muchos más del 10% del peso corporal del chico, y lo mismo se aplica para las que tienen carrito", advierte Mohr. Otros consejos a la hora de elegir mochila: el peso de la mochila debe sentirse repartido en las zonas de contacto con el cuerpo (las correas, la espalda y la cintura), por lo que deben evitarse las que sólo pesan en la cintura; cuanto mayor sea la zona de contacto con el cuerpo, mejor.

Tiempo libre y actividad física. "La vuelta de vacaciones y el comienzo de clases requiere una reorganización del tiempo de los chicos y de la familia -dice Mohr-. Es un buen momento para organizar los horarios de sueño, los horarios de televisión y de computadora."

Algunos parámetros para tener en cuenta: "el tiempo delante de la pantalla, sea televisión o computadora, no debería ser mayor a 2 horas diarias -aconseja Damilano-. Y lo que se ve en la televisión y en la computadora debería ser supervisado por los padres para evitar contenidos inadecuados, así como también para evitar que antes de dormir los chicos vean cosas que los excitan demasiado y que les dificulten conciliar el sueño".

A la hora de pensar la agenda de actividades que los chicos realizarán durante el año, los pediatras aconsejan reservarle un lugar no menor a la práctica de actividad física extraescolar, dejar lugar para el esparcimiento y el ocio y, por último, no sobrecargarlos de actividades que, más entrado el año escolar, puedan ser fuente de agotamiento excesivo para los chicos.

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