miércoles, 29 de octubre de 2008

HAY UNA NUEVA REVOLUCIÓN AGRARIA EN CHINA


La reciente apertura del gobierno chino hacia una estructura más flexible de utilización de la tierra agrícola generará una verdadera revolución en la producción alimentaria mundial, dice el autor. Y puntualiza que importantes países productores de granos, como la Argentina , deberán estar bien atentos ante esta transformación.



(Por Jorge Castro) Presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico.
El Partido Comunista chino resolvió el 12 de este mes modificar la estructura institucional de la producción agraria, permitiendo a los 780 millones de campesinos "alquilar, transferir o utilizar como colaterales de préstamos hipotecarios sus derechos de uso sobre la tierra", con el objetivo de ampliar drásticamente la escala de las operaciones agrícolas y de proveer fondos para que puedan iniciar nuevas empresas, de tipo industrial y en el medio urbano. Esta decisión estratégica, que crea un libre mercado para las transacciones del derecho al uso de la tierra agrícola, está acompañada por tres precisiones fundamentales: Esa libre disposición de los derechos -venta, alquiler- no podrá jamás ser utilizada con propósitos no agrícolas, como proyectos urbanos o industriales. Las 120 millones de hectáreas dedicadas a la producción agrícola (7% de la superficie arable mundial) permanecen sin modificación alguna. Se termina con la disminución de tierra arable provocada por el proceso de industrialización/urbanización, que la redujo el año pasado en casi 1 millón de hectáreas. En segundo lugar, también poseen esos derechos los campesinos que abandonan las tierras y que se transforman en habitantes urbanos, sólo que ahora lo harán provistos de recursos. Es un beneficio directo para los 210 millones de campesinos transformados en emigrantes urbanos en busca de mejores condiciones de vida. Por último -en términos estratégicos, lo verdaderamente decisivo- esta transferencia la podrán realizar no sólo a otros campesinos individuales, sino también a grandes corporaciones agroalimentarias, con alto nivel de capitalización y aptitud tecnológica, que cuenten con inversión extranjera o directamente sean empresas transnacionales. Esta es la modificación fundamental de la nueva estructura agraria impulsada por la tercera Sesión Plenaria del 17º Comité Central del PC Chino reunido en Beijing el 12 de octubre, al cumplirse treinta años del proceso de reformas, apertura y vuelco al capitalismo lanzado por Deng Xiaoping en 1978. El punto central de la nueva reforma es que promueve la transición de la actual estructura fragmentada y extensiva de la producción agrícola china a otra intensiva y de grandes dimensiones, capaz de alcanzar, en un plazo de 10 a 15 años, los niveles de productividad de las economías avanzadas, en primer lugar de EE.UU. La unidad productiva china, de tipo familiar, ocupa una superficie promedio de media hectárea o menos. Es el principal legado de las reformas de 1978, que consistieron en desmantelar el sistema de comunas y control administrativo establecido por Mao Tse Tung. Por su naturaleza, esta unidad productiva tiene una dificultad estructural para absorber tecnología y utilizar bienes de equipo de alta productividad. No obstante, la descolectivización y la libre actividad de los campesinos provocó una verdadera explosión agrícola, que llevó a la cosecha de granos de 30/50 millones de toneladas en 1978 a más de 400 millones al concluir la década del '80. Los efectos de la descolectivización se agotaron en los primeros años de los '90. Fueron acompañados y extendidos por una gigantesca inversión estatal en el medio agrícola. Sobre todo en infraestructura e innovación tecnológica. China invierte más en biotecnología que todos los otros países emergentes combinados; y en el mundo es la segunda, sólo por detrás de EE.UU. Según el Departamento de Agricultura norteamericano (USDA) será la primera en 2010. Además, el gobierno chino eliminó los impuestos a la producción agrícola y al campesinado. Pagaba un solo tributo hasta 2001 (8,5% del producto en cada distrito). En 2006 fue eliminado. Hoy los campesinos chinos no pagan impuestos. Pero cuando el impacto modernizador de la descolectivización se agotaba, Deng Xiaoping lanzó la segunda ola de reformas ("Viaje al Sur"/1991), y estableció como prioridad estratégica la atracción de la inversión transnacional. China ha atraído el 40% de la inversión extranjera directa (IED) que recibió el mundo emergente en los últimos 17 años. El 30% del PBI industrial es obra de las empresas transnacionales; y su nivel de incremento de la productividad es 18% anual, tres veces el promedio nacional. El aumento de la productividad es la principal causa del crecimiento chino, por encima de la inversión (47% del PBI) y del auge de las exportaciones (crecen 30% anual promedio en los últimos ocho años). Por eso, hay una disparidad creciente entre los niveles de ingreso industrial/urbano y los agrícolas, no obstante el extraordinario crecimiento de los recursos campesinos, que ascendieron el año pasado a U$S 590 anuales (eran U$S 30/40 en 1978); y a la virtual eliminación de la pobreza: son 15 millones los campesinos que viven en situación de extrema pobreza; eran 250 millones en 1978. El liderazgo chino ha concluido que la actual crisis financiera internacional abre un período de inestabilidad mundial que puede durar varios años, y que implica, previsiblemente, una disminución de sus exportaciones. Frente a este desafío apuesta al aumento de la demanda interna -consumo e inversión- y a multiplicar por dos su mercado doméstico en un plazo de 12 años (2020), a través de la duplicación del ingreso per cápita de sus 780 millones de campesinos. La alta conducción china espera que los niveles de productividad agrícola converjan en esta etapa con los industriales/urbanos. Para eso, la punta de lanza de la producción agrícola sería en 2020 un conjunto de grandes corporaciones agroalimentarias de alta tecnología, semejante a las norteamericanas -quizás ellas mismas- y de productividad mundial. También intenta acelerar la migración del campo a las ciudades, y lograr que unos 300 millones de campesinos abandonen sus unidades familiares de baja productividad, para transformarse en productores urbanos, que habitarán no sólo las actuales urbes sino unas 100 nuevas a crearse, con la infraestructura más avanzada, en las zonas de mayor densidad campesina actual. La nueva estructura agrícola china implica un cambio de dimensión mundial, que obliga a revisar las condiciones de la acumulación agraria en el mundo entero; y exigirá profundizar su especialización a todos los grandes productores agrícolas (ejemplo, la Argentina ).

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